Charqui cruzó las puertas enrejadas mientras era dueño del parque, correteó algunas palomas, marcó pulcramente su territorio y olio otros perros. Levantó su hocico manchado hacia la Alameda y supo que pronto estarían esas cosas cuadradas verdes que lanzaban agua, así que podría mojarse un poco y jugaría con los que corrían.
Observó a su compañero de dos patas y con poco pelo para su gusto, estaba sentado en la escalera de esa cueva con ruidos extraños y metálicos.
“Vamos charqui” Movió la cola a gusto y camino a su lado.
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