martes, 20 de febrero de 2007

Lejanía

Es distancia una absurda suma de centímetros y centímetros que se hacen kilómetros, y que me alejan de ti. Escucho tu voz y me estremezco al sentir como esos sonidos batallan para acariciarme. Por que antes esos centímetros eran los que me alejaban de tus tiernos labios, y eran celestiales.

Te extraño, sería una blasfemia colosal decir que no es cierto.

Tu susurro ronco es el que me hace callar y poner la mano en mis latidos briosos. Respiro, vivo. Si te vivo.

No puedo engañarme al querer abrazarte, y ver que no estás.

¿Dónde estás?

¿Dónde?

Escapo de las oscuridades que bailan a mi alrededor mostrándome sus muñecas ensartadas en joyas que no quiero.

¿Qué joya puede compararse a ti, a mi sentir por ti?

No se puede mentir la verdad, no se puede tapar el sol con la mano, no se puede huir de la inseguridad.

Camino sin rumbo viendo las luces lejanas, no soy una poeta para escribirte tan bellos versos que lleguen al éxtasis. Soy solo una joven, soy yo. Como tu me ves y me sientes. Las palabras que brotan de mis nacientes manantiales son por lo que siento, no hay más guía que eso, las velas de mis barcas se guían así, estoy aprendiendo, estoy moviéndome.

Te quiero, a ti. Y no quiero dejarte solo, quiero acompañarte, escucharte mientras hablas con tu mirada profunda que se memoriza en los nudos de la reflexión.

Quiero entrecerrar mis párpados y mirarte a los ojos, dejándome hechizar por ese encanto de ver el matiz de los colores, de las esencias que se mezclan en tus puertas a tu alma.

Vivir contigo, no sin ti.

Quiero estar a tu lado, contigo.

Por favor no lo olvides. Estás en mi vida, aquí, tan cerca, tan intimo, tan deliciosamente propio y libre.

Que mi voz, que mis silencios, mis escalofríos, mis temblores, que lo que siento, es por ti.

Que te quiero con dulzura en medio del fuego que me quema las entrañas, ese fuego tuyo que se escucha crepitando en la idea, en la palabra, en el actuar.

Me quedo abrazándome entre las sabanas que maliciosamente huelen a ti, porque aún te siento conmigo. Aun tus labios acercan el insomnio, pero no me importa.

Deseo tu aliento, y te deseo a ti, a mi lado. Llorando por lo que siento, no es pena es alegría, es la gloria. Es mi cuerpo el que murmura aquellas historias en que tus dedos traviesos hicieron cosquillas de plumas de viento.

Quiero besarte, abrazarte, mirarte, acariciarte, estar contigo.

Te quiero mucho.

Y son pocas veces lo que lo digo, porque se rebosa buscándote en mis jardines.

Te extraño, te necesito.

Sí...te quiero.

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