Es como si todo hubiera estallado de una era antigua y me quedé sin nada, sin las ganas de escribir de crear cuentos porque me es doloroso hilar palabras de antaño.
Miro una fotografía de gente que ya no esta.
Gente que amaba mis cuentos y que disfrutaba con mis relatos, los leía y yo disfrutaba que los leyera, con tanto frenesí que me parecia el cielo prometido.
Pero, cuando no están, cuando la muerte se los lleva y me deja aquí en medio de la tormenta de la desesperación, no quiero escribir y aborrezco las
primeras frases de cuentos, las arrugo, las hago añicos y las quemo.
Porque se en el fondo de mi alma recogida que no volverán, que mis cuentos no las volverán a la vida, que la palabra de los humanos no es tan sagrada como queramos que sea.
Entonces lloro y me odio, y no puedo escribir y araño mis manos, y araño mis muñecas que verten sangre perfumada de sus cuerpos en el mio.
Los extraño tanto, eso si puedo deslizarlo en las teclas de este computador, como los añoro, como los veo en cada persona que veo en el metro.
Como veo a mis padres en los hombres que toman a sus hijos en brazos, o la madre que le da una caricia en pelo a su hija.
Cada respiro en la ciudad y cada paso que doy me recuerda a ellos, de una u otra manera, y con esto más de alguna vez en el transantiago se me ha escapado una lágrima en solitario que una mujer ha visto.
Mundos de fantasía hechos de polvo alrededor de rayos de sol, creados por palabras femeninas dulces, así empezaron mis mundos creados por mi madre.
Entonces yo reía y los movía, y ella volvía crearme castillos y caballos voladores.
Quizás mi padre no supiera tanto de mundos de fantasía pues los guardaba en su corazón, pero el leía los mios y decía que eran bonitos y a pesar de que no era un critico de literatura, yo sonreía porque el mayor gusto de escribir es para que esas personas que amas lean y sientan como tú.
No te importan los críticos, tú solo sientes...tú sólo viertes en el papel tu alma y corazón.
Darles partes de tus universos y sentirte tan lleno por dentro con huracanes de palpitaciones y un sorbo de alegría infinita.
Ese es el mayor premio, más allá de expresar, llenar el mundo con lo que escribes y que lo dediques con tu alma de poeta, como los trovadores que cantan historias por el mundo.
Quizás no pueda compararme con uno de ellos.
Pero deseo volver a escribir, con un alma que ya lloró y se destruyo por completo para volver a renacer.
Tan solo...Papá y Mamá...
desde donde estén....de cualquier mundo, o universo escondido en uno de los tantos mundos....
desde donde sus esencias puedan sentirme
por favor...
leanme....
...por favor...leanme.
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